lunes, 8 de marzo de 2010
El Amigo
La joven cruzó la verja metálica que la separaba del hogar de su amigo. Bajo la atenta mirada de las estrellas, atravesó los oscuros caminos tapizados de hierba y entre la niebla vislumbro a lo lejos la figura de aquel al que buscaba.
El silencio del fúnebre jardín se rompió por el roce del vestido contra la hierba. Los altos cipreses eran los únicos testigos de las reuniones de la doncella con su amigo y contemplaban, entre los arrullos del viento, su avance.
La dama llego hasta su objetivo después de sortear las rocas talladas. Observo su silueta en la oscuridad de la noche antes de arrodillarse a sus pies y hablarle.
Durante horas habló de su pena, su llanto, su dolor por no poder estar junto a él. Le hablo de amor, de un amor apasionado y melancólico. Así estuvo durante horas acariciando sus fríos y duros pies con sus suaves dedos, hasta que la luz de la luna le devolvió la consciencia.
Se levanto y se despidió de su amado, prometiéndole que pronto estarían juntos para siempre. Y lentamente abandono el cementerio donde descansaba su amigo, bajo el brillo de las estrellas.
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